Decía “a 500mts Puma”.
Pero sólo podía ver una mula, un cartel de J&R y el barro antes de llegar al río.
Alguna vez, había visto coyotes, delfines, un pájaro azul. De niña, destripamos una pequeña culebra y vendíamos su cuero junto a dulce de frambuesas.
El cielo explota, se quiebra en nubes blancas y grises cargadas de frío después de la tormenta. Retuercen el horizonte y en el reflejo máximo donde el sol cegó mis ojos,
me distraigo,
y veo cómo del barro sale aquella mula , ahora furiosa, ahora veloz.
El cartel ya no es neón ni letras y el horizonte que era nubes ahora es noche.
La mula no está y a cambio de eso, la noche era día y yo estaba entre las garras del puma.
Olía a frambuesas y niñez.
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